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En la actualidad estamos presenciando las consecuencias del cambio climático, cuyos efectos año tras año se agudizan más y golpean con más fuerza a los países cercanos a la línea ecuatorial. Por ende, y en este contexto, es importante destacar el papel de los árboles en las ciudades y cómo las administraciones, en medio de la urbanización de las ciudades, cada vez hacen más talas sin mirar las consecuencias. 

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Recientemente, el IDEAM reveló cifras históricas sobre el aumento de temperaturas en distintas ciudades de Colombia. Estos lugares han experimentado temperaturas récord, principalmente en la Región Andina, Caribe y la Orinoquía. En este contexto, es crucial destacar el papel de la vegetación durante los fenómenos climáticos, especialmente durante el fenómeno del Niño, el cual estamos enfrentando actualmente. Los árboles no solo actúan como retenedores de CO2, sino que también ayudan a mitigar el impacto del calor en las ciudades.

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Según la OMS, lo recomendable es que haya un árbol por cada tres personas. En 2015, el promedio mundial fue de 422 árboles por persona, mientras que en Bogotá, en 2023, el promedio fue de solo 0.18 árboles por persona, muy por debajo de la recomendación de la organización internacional. Estas cifras, proporcionadas por el Observatorio Regional Ambiental y de Desarrollo Sostenible del Río Bogotá, indican que en Bogotá hay solo un árbol para más de 5 personas. 

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Es vital que las ciudades se vuelvan más verdes; el desarrollo urbano debe integrar árboles en lugar de oponerse a ellos. Se debe fomentar el cuidado y la plantación de árboles nativos en separadores, parques y otras áreas apropiadas, ya que esto reduce la huella de carbono y las temperaturas en las calles, además de mejorar el entorno. Estéticamente, las ciudades son más atractivas con árboles que sin ellos.

En muchos casos, distintas administraciones municipales han tomado acciones contrarias a políticas ambientales. Ejemplos destacados incluyen a los ex alcaldes Enrique Peñalosa y Claudia López en la ciudad de Bogotá, así como al ex alcalde Andrés Hurtado en Ibagué, conocido por la tala de árboles en una zona emblemática de la ciudad. Aunque hay más casos similares, este artículo se centra en estos ejemplos mencionados.

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El ex alcalde Peñalosa fue criticado por talar árboles indiscriminadamente. En 2018, su alcaldía ordenó la tala de 1.192 árboles, incluyendo varios en la avenida 9ª entre las calles 85 y 72. Además, en el 2012, Peñalosa expresó en Twitter su opinión sobre los árboles, sugiriendo que podrían obstruir el sol en el Parque El Country. Por su parte, la alcaldía de Claudia López enfrentó críticas en 2021 por la tala indiscriminada debido al proyecto de Transmilenio en la Avenida 68. A pesar de justificar que se plantarían árboles en zonas rurales como compensación, esto no resolvió el problema. La ciudad continuó convirtiéndose en una "selva de cemento", tal como dice Héctor Lavoe en sus versos.

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Por último, está el caso de la ciudad de Ibagué con el ex alcalde Andrés Hurtado, el cual ordenó talar una fila completa de árboles en una zona muy conocida y bella de la ciudad, tal como lo es la calle 10 con Carrera 5ª. Este acto no solo afectó la estética de la zona, sino que también aumentó la sensación térmica debido a la ausencia de los árboles, que actúan como amortiguadores de calor y purificadores de aire.

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Desde ya, los megaproyectos se deberían planificar sin dejar a un lado a los árboles, tal como lo vienen haciendo muchas ciudades de Europa, las cuales vienen implementando un urbanismo verde. Es claro que la falta de políticas ambientales devela la incapacidad de los mandatarios de tomar acciones sostenibles, pues el facilismo que significa talar un árbol en un megaproyecto y no reponerlo en la misma zona urbana evidencia el poco interés de dichas administraciones. Se debe dejar de lado esa idea de ciudades, grises y aburridas, y aplicar la de ciudades verdes, amigables y sostenibles, las cuales puedan afrontar mejor el cambio climático.