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Bangladesh: 11 años de impunidad

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Foto: OIT
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Stefanny Dayana Daza

Universidad del Valle

Se cumplen 11 años de la caída del edificio Rana Plaza en Dhaka, Bangladesh. El  edificio que contenía alrededor de 300 tiendas y un banco en sus primeros tres pisos, y cinco  fábricas textiles en los pisos superiores, fue una de las noticias más impactantes del año 2013. No solo por la tasa de muertos que dejó su caída, sino por todos los secretos que se develaron. No solo se derrumbó una estructura física, sino una concepción organizativa y laboral que dejó  perplejo al mundo. 

La cifra de víctimas se dio a conocer el 13 de mayo del mismo año tras el cierre de las labores de rescate: 1.129 muertos y 2.515 trabajadores heridos, algunos en estado crítico. Una vez el edificio dejó de existir físicamente, todos sus secretos, guardados entre las enormes grietas y  ladrillos desgastados, salieron a flote: Bangladesh, el país de la industria textil, cuna de explotación y maltrato laboral apadrinado por las superpotencias que se benefician de ropa barata. 

La explotación laboral, los miseros pagos, las extensas jornadas de trabajo, los acosos y abusos  sexuales, psicológicos y físicos fueron motivo de noticia e investigación entre los medios. Se  descubrió que el fast fashion no solo estaba afectando el medio ambiente, sino que estaba  denigrando la integridad de miles de personas, obligadas a trabajar sin ningún tipo de prestación  social o trato digno. El fast fashion (moda rápida) es una tendencia que llevan a cabo marcas como Bershka, H&M, Pull and Bear, Forever 21, entre otras. Su desarrollo se fundamenta en la  producción acelerada de prendas que se encuentran “de moda” a bajo costo, de tal forma que sea asequible para las clases medias y bajas de algunos países. ¿Los contras? Innumerables. 

Desde la década de los 80 la industria textil se empezó a posicionar en Bangladesh hasta convertirse en la columna vertebral de la economía de este país. Entre 2013 y 2014, la industria de la confección exportó casi US $24 mil millones, lo que representaba más del 80% de los  ingresos de exportación del país. Alrededor del 60% de estas exportaciones iban a la Unión Europea, el 21% a los Estados Unidos y el 4% a Canadá, según informes del Bangladesh Apparel and Safety Exposition (BGMEA) del 2015. 

Bangladesh fue escogida como una de las sedes de creación textil debido a su posición económica y estratégica: es un país de bajo desarrollo, con una enorme mano de obra barata no  calificada. Su PIB per cápita para el año 2010 fue de 705 euros (3.238.207 pesos colombianos)  una cifra baja que sitúa al país entre los de menor ingreso per cápita del mundo. Por ello es el  paraíso para empresas y marcas de subcontratación que vieron allí el potencial para la producción barata y a destajo de prendas. La necesidad y pobreza se pusieron al servicio del lucro y negocios fabulosos: se podía pagar un mísero salario diario por la producción masiva de ropa que millones de manos, sobre todo de mujeres, cosían a precios de hambre. Era una gran oportunidad para todos, en especial para el patrón de contratación: mujeres desplazadas de las zonas rurales, sin estudio y ninguna oportunidad laboral a la vista.

 

“El 27 de septiembre de 2017, Radhika, sentada frente a su máquina de coser, haciendo caso omiso al agotamiento, el hambre y la sed, trabajaba arduamente para cumplir la cuota de 230 piezas impuesta por su superior. Sus manos le dolían y sus piernas estaban exhaustas. Llevaba 12  horas sin pararse de su silla y aún le faltaban dos horas más para terminar el día laboral. Ese día, su supervisor se acercó y comenzó a gritarle: ‘¡No estás cumpliendo con tu meta de producción!’ Tiró a Radhika al piso y la golpeó repetidas veces. La tomó de los brazos y la alzó, solo para volverla a dejar caer”, cuenta un reporte testimonial recogido por la revista Semana en 2018 

Alrededor del 60,5% de los trabajadores de la industria textil en Bangladesh son mujeres, de  acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Y no, no se trata de mujeres con edad laboral legal. Hablo de niñas que tienen, cuando mucho, 10 años. Un atentado y violación de los derechos humanos más elementales.  

Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos. Asamblea General de la ONU. (1948). "Declaración Universal de los Derechos Humanos" (217 [III] A). Paris. 

 

La niñez es reconocida y protegida como una de las etapas fundamentales del desarrollo  humano. Cada niño y niña empieza a conocerse a sí mismo, a ser parte de una sociedad y de  una cultura, lejos de cualquier tipo de obligación. Trabajar limita su derecho a escolarizarse y al  libre desarrollo. Es inadmisible. Pero en países como Bangladesh es un patrón común y  frecuente. De acuerdo con la OIT, 4.9 millones de niños menores de 14 años (el 14,2% de los niños de entre 5 y 14 años) trabajaban en Bangladesh en 2015. La situación es aún más grave cuando el sujeto en cuestión tiene una vulva en su entrepierna. 

Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo. Asamblea General de la ONU. (1948). "Declaración Universal de los Derechos Humanos" (217 [III] A). Paris. 

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Foto: Meer

Entre los adultos las cosas no son mejores. Aunque trabajar hace parte de nuestra vida y todos debemos hacerlo en algún momento, no es admisible cuando se hace en condiciones degradantes  y denigrantes como sucede en las fábricas textiles de Bangladesh. 

En primer lugar, las trabajadoras de las fábricas de ropa fast suelen ser víctimas de violencia  física y psicológica, sin contar los acosos y abusos sexuales que deben callar para seguir  laborando. En las posiciones de poder de las empresas no se encuentra ninguna mujer, solo  hombres que abusan sin ningún tipo de remordimiento. 

Piya decidió denunciar las constantes insinuaciones de su supervisor ante la policía local. “La policía se negó a tomar mi declaración. Me dijeron ‘solo es una propuesta’. Cuando regresé al  trabajo al otro día, me despidieron. Más tarde me enteré que la policía informó al gerente de muestras que había ido a denunciarlo”, reclama en el reporte de Semana.

 

“El empoderamiento de las trabajadoras del textil en Bangladés”, un informe de El País para el año 2018, declara que dos de cada cinco trabajadoras tienen tendencias suicidas, y que las empresas tienen una gran participación en ello, pues no cuentan con ningún sistema de atención de salud  mental para sus empleados. 

Las señoras de la tercera edad son las más afectadas por este tipo de violencia, pues su ritmo de producción es entendiblemente lento. Y en Bangladesh el derecho a la pensión es un privilegio. Según un informe de la OIT del año 2014, denominado “Mujeres en  Bangladesh: Una revolución silenciosa”, la expectativa de vida de una mujer bangladesí es de 69 años, algo insólito teniendo en cuenta que la edad mínima para la jubilación es 62 años (ISSA,  2024). Los impuestos altos y los salarios bajos no les permiten ahorrar o acceder a una vivienda y, aún así, los empresarios de las fast fashion les exigen la misma energía de una juventud ya desgastada por el mismo sistema de trabajo y la sobrecarga laboral. 

Sumado a la subestimación del trabajo femenino, los trabajadores en general (hombres y mujeres) no cuentan con un contrato fijo, con prestaciones, salud, licencias y salario digno. 

Los trabajadores no cuentan con ningún tipo de seguro médico que contrarreste las  consecuencias de la pésima infraestructura bajo la que trabajan. Las fábricas no tienen sistemas  aptos de ventilación, lo que obliga a los y las confeccionistas a inhalar, durante su jornada  laboral, químicos usados en los textiles que provocan infecciones respiratorias. 

En estas compañías el embarazo es sinónimo de despido. No existen las licencias de maternidad,  lo que provoca abortos forzados e inconscientes. 

La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales (…) Asamblea General de la ONU. (1948). "Declaración Universal de los Derechos Humanos" (217 [III] A). Paris. 

Además, sus jornadas laborales son muy extensas. Algunos han llegado a dormir en las fábricas. Además, tienen metas de producción absurdamente altas, a tal punto de que se ven obligados a coser sin parar, ni siquiera para atender una necesidad fisiológica fundamental como ir al baño, porque si lo hacen, si detienen la producción cinco minutos, simplemente son despedidos. 

Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas. . Asamblea General de la ONU. (1948). "Declaración Universal de los Derechos Humanos" (217 [III] A). Paris. 

“Yo puedo alcanzar mi meta si trabajo sin parar, pero esto no es posible. Algunas veces necesito  un descanso para ir al baño o para beber agua. Pero si lo hago, no logro cumplir la meta.” A estas situaciones los directores de planta responden con gritos e insultos: “¡Estúpida! ¿No puedes trabajar? Si no estás dispuesta a trabajar, vete para tu casa. Ten cuidado. Yo no renovaré tu  contrato si tú no puedes trabajar”, explica a Semana una de las trabajadoras. 

Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.  Asamblea General de la ONU. (1948). "Declaración Universal de los Derechos Humanos" (217 [III] A). Paris. 

 

En Bangladesh el salario mínimo se estableció en 12.500 takas, que son 104 dólares americanos. Para la industria  textil el salario se estableció en 5.710 takas (48 dólares dólares americanos o 201.447 pesos colombianos). La brecha de género en salario para el año 2023 es del 72.2% entre el salario de los hombres y el de las  mujeres. Bangladesh se sitúa en el puesto 59 en brecha salarial de género según Datos Macro de 2023.  

Además, los trabajadores y trabajadoras de la industria textil y de la confección en Bangladesh  laboran sin descanso de domingo a domingo. 

Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria,que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social. Asamblea General de la ONU. (1948). "Declaración Universal de los Derechos Humanos" (217 [III] A). Paris.

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Foto: Meer

A este punto, usted como lector o lectora se estará preguntando por qué hablo de esto, de  Bangladesh, de una tragedia que ocurrió hace más de diez años. La respuesta es simple: porque  todo sigue igual. Aunque el salario mínimo mensual ha crecido y pasó de 8.000 takas  en 2018 (67 dólares americanos o 281.186 pesos colombianos) a 12.000 takas en 2023, la Campaña Ropa Limpia insiste en que el aumento es insuficiente pues condena a las mujeres a continuar trabajando  en condiciones lamentables. 

A lo largo de estos diez años también han llegado las indemnizaciones. Tras la caída del Rana Plaza prosperaron algunas demandas, gracias a los sindicatos nacionales e internacionales, la ayuda de organizaciones como la OIT, varias ONG y el papel crucial que jugaron algunos medios de comunicación con informes que dieron voz a las mujeres violentadas y a los hombres sobreexplotados. 

En octubre de 2015, los pagos por indemnizaciones habían alcanzado más de 34 millones de  dólares desembolsados para los trabajadores heridos y las familias de los muertos. Además, el gobierno inició una importante reforma del Departamento de Inspecciones de Fábricas y Establecimientos (DIFE) para dotarlo de más presupuesto, estatus y personal. En colaboración  con la OIT y otros socios, el gobierno también emprendió una campaña para reforzar  significativamente sus mecanismos de planificación y funcionamiento, según un informe de la OIT de 2023. También se firmó el Acuerdo sobre Seguridad de Incendios y Edificios en  Bangladesh, que supuso mejoras que van desde la instalación de equipos contra incendios y la eliminación de cerraduras en las puertas, hasta la renovación a gran escala de edificios  estructuralmente inseguros, así como la formación de las trabajadoras y un mecanismo de  reclamación, según indica la Campaña Ropa Limpia. 

Además, han avanzado las demandas contra las marcas que se beneficiaron de este sistema de  abuso laboral como H & M. La captura y prisión de Sohel Rana, propietario del Rana Plaza ha sido  posible gracias a las denuncias e informes. Cayó el Rana Plaza y se descubrió el velo que ocultaba un sistema que violaba todo tipo de derechos humanos. 

 

Pero los acuerdos y promesas gubernamentales también comienzan a quedar solo en el papel. El Gobierno de Bangladesh no ofrece mayores cambios importantes en el régimen de contratación  de los trabajadores y las trabajadoras del sector, que siguen intentando sobrevivir con salarios poco dignos, y la industria sigue operando debidamente aceitada gracias a los millones de dólares anuales que ingresan al país y a las marcas que se benefician del trabajo barato. 

Ahora, once años después, estamos a puertas de que se cumpla un año de la última protesta protagonizada por los trabajadores y las trabajadoras de la industria textil en Bangladesh por salarios justos. Una protesta que se salió de control. 

Según el informe “Bangladesh: El personal de la confección debe recibir indemnizaciones basadas en derechos y obtener justicia de inmediato” realizado por Amnistía en el año 2023, el 26 de octubre del 2023 la comisaría de policía de Konabari, en Gazipur, acusó a casi 3.000 trabajadores y trabajadoras no identificados y a ocho con nombres y apellidos de vandalismo, reunión ilegal, obstrucción de las funciones gubernamentales y agresión. La policía dispersó a  los protestantes que habían cerrado una vía, disparando 215 cartuchos de escopeta, 127  proyectiles de gas lacrimógeno y 52 granadas. En las denuncias presentadas por la policía no se  menciona el número de trabajadores y trabajadoras que sufrieron lesiones. Las denuncias no  paran ahí. En otra denuncia, registrada el 29 de octubre de 2023, la policía acusó a 900 trabajadores y trabajadoras no identificados y a 29 con nombres y apellidos de interrumpir las funciones gubernamentales y de golpear con intención de matar, provocar incendios y utilizar fuerza bruta. Los documentos revisados por Amnistía indican que la policía había disparado,  en total, 118 cartuchos de escopeta, además de gas lacrimógeno y granadas. Sin contar con que,  en el marco de esas mismas protestas, unos días después la policía disparó otros 17 proyectiles  de gas lacrimógeno y 107 cartuchos de escopeta, y presentó una denuncia contra un número de  entre 3.000 y 4.000 trabajadores y trabajadoras no identificados.

 

El panorama revela una lucha interminable que más de diez años después continúa. Los trabajadores y las trabajadoras han solicitado nuevas indemnizaciones, piden que se retiren las  demandas contra ellos y se satisfaga una lista bastante extensa de derechos violados tanto por  las empresas como por las fuerzas de seguridad. El ciclo se repite. Ahora hay menos medios  de comunicación cubriendo los hechos y la presión global ha disminuido. Las grandes marcas  siguen usufructuando el trabajo mal pagado y los acuerdos consagrados no son más que un trozo de papel que los poderosos ignoran. Las condiciones laborales de miles de hombres y mujeres (incluyendo niñas) explotados y vulnerados en la industria textil de Bangladesh persisten, sin  cambios importantes, mientras la ropa barata y de marca prospera.

Referencias 

Amnistía Internacional. (2024, 6 de mayo). Bangladesh: El personal de la confeccióndebe recibir indemnizaciones basadas en derechos y obtener justicia de inmediato. Bangladesh: El personal de la confección debe recibir indemnizaciones basadas en derechos y obtener justicia de inmediato - Amnistía Internacional (amnesty.org) 

Asamblea General de la ONU. (1948). "Declaración Universal de los Derechos Humanos" (217 [III] A). Paris. La Declaración Universal de los Derechos Humanos | Naciones Unidas 

Asociación Internacional de la Seguridad Social. (2024, 12 de octubre). Edad de  jubilación. AISS. https://ww1.issa.int/es/node/195574 

Asociación para las Naciones Unidas de España. (2022, 17 de noviembre). La indústria «Fast Fashion» de Bangladesh. ANUE. https://anue.org/la-industria-fast-fashion de-bangladesh/ 

EL PAÍS. (2018, 22 de junio). Explotación: El empoderamiento de las trabajadoras del  textil en Bangladés. Planeta Futuro. https://elpais.com/planeta-futuro/ 

Expansión Datosmacro. (2010). El PIB subió un 5,6% en Bangladés. PIB de Bangladés 2010 | Datosmacro.com (expansion.com) 

International Labour Organization. (2014, 29 de enero). Mujeres en Bangladesh: Una  revolución silenciosa. https://www.ilo.org/ 

Expansión Datosmacro. (2023). Índice global de Brecha de Genero Bangladés. Bangladés - Índice Global de la Brecha de Género 2023 | Datosmacro.com (expansion.com)

International Labour Organization. (2023, 24 de abril). Diez años después de la catástrofe del Rana Plaza: ¿Qué ha cambiado? InfoStories. https://www.ilo.org/infostories/es ES/Stories/Safety-Health/Rana-Plaza-10-years 

Khan, M. (2013, 27 de noviembre). BBC News Mundo. Grandes historias 2013: el derrumbe en Bangladesh que sacudió la industria textil. Grandes historias 2013: el derrumbe en Bangladesh que sacudió la industria textil - BBC News Mundo 

Mejía, A. (2018, 13 de diciembre). Semana. Fast Fashion y violencia de género: una relación estrecha. https://www.semana.com/fast-fashion-y-violencia-de-genero-una relacion-estrecha/

ISSN: 3028-385X

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