Agosto 2025
Edición N°11
ISSN: 3028-385X
Cepeda se lo ganó a pulso

David Novoa Orjuela
Universidad Nacional de Colombia
Iván Cepeda no ha dicho oficialmente que será candidato presidencial, pero la idea ya no parece una simple especulación.
Desde distintos sectores del progresismo y la izquierda se comienza a hablar en serio de su nombre, y no es para menos. A mi juicio, si su candidatura se concreta, estamos ante el aspirante más sólido que podría tener el progresismo colombiano. El más fuerte, el que mejor representa el momento político que vive el país, y el único que puede garantizarle continuidad al proyecto de cambio sin caer en improvisaciones ni personalismos vacíos.
Cepeda no necesita disfrazarse de lo que no es. No hace parte de la política del espectáculo ni del oportunismo electoral. Él mismo lo dijo con claridad en su entrevista con Daniel Coronell: “A mí no me gusta la política espectáculo (…) ni la política trivial”. Y justo ahí está la clave de su fuerza. Representa una política que no se vende como producto, que no se construye a punta de marketing, sino que se forja desde la coherencia, la decencia y el compromiso con causas reales.
Lo pintan como el heredero natural de Petro, y aunque sus estilos son muy diferentes, creo que su figura puede resultar aún más difícil de derrotar para la derecha. Petro llegó al poder con una narrativa potente, con una trayectoria marcada por la denuncia y con una capacidad de agitación admirable. Cepeda, en cambio, representa un liderazgo más sereno, más institucional, más centrado en lo ético y en la construcción paciente.
En mi opinión —tal vez equivocada— Cepeda podría encarnar ese tránsito. Es de izquierda, sí, pero no es un radical encerrado en su propio proyecto, como a veces lo es el presidente. Tiene puentes con el centro, con sectores académicos, con movimientos sociales y con líderes internacionales. En un país tan fragmentado como el nuestro, eso vale oro. Y ojo, no se trata de coquetear con el centro por puro cálculo, sino de construir una candidatura que no se quede atrapada en la trinchera, sino que convoque con autoridad moral.
Hay quienes dicen que su nombre se fortalece únicamente por su rol en el caso contra Álvaro Uribe. Pero reducirlo a eso sería un error. Claro, haber llevado al banquillo de los acusados al expresidente más poderoso del siglo XXI es un hecho político enorme. Pero lo que realmente pesa en su figura es la forma en que lo logró: con paciencia, con pruebas, sin levantar sospechas que no eran necesarias. En una época donde lo que más abunda es la politiquería barata, él ha mostrado una manera distinta de hacer política, una forma que la gente empieza a valorar con más fuerza.
Por eso creo que no es un nombre de coyuntura, sino de proyección. En medio de la desesperación de la derecha por recuperar el poder, Cepeda representa una muralla ética difícil de tumbar. No tiene escándalos, no tiene doble discurso, no ha traicionado a nadie. Y cuando se habla de un nuevo ciclo para la izquierda en Colombia, él aparece como una opción que puede consolidar lo que ya se ha avanzado, sin volver al pasado ni repetir los errores del presente.
Veo que muchos analistas coinciden en esto. Que, si bien hay otros nombres en la baraja del progresismo —como María José Pizarro, Carolina Corcho o Gustavo Bolívar—, ninguno genera tanto consenso ni tanta tranquilidad como Cepeda. Porque no solo tiene trayectoria, sino que genera confianza. Porque tiene la capacidad de enfrentar al uribismo, al empresariado, a los medios tradicionales, pero también de dialogar con sectores diversos del país sin claudicar en su agenda social y de justicia.
No hay que equivocarse: si Iván Cepeda se postula, no será un candidato testimonial. Será un competidor serio. De hecho, en mi percepción, será el rival más fuerte que podrá tener la derecha en 2026. Porque no solo representa una idea de país distinta, sino que encarna una ética política que cada vez más ciudadanos valoran.
Y en un país como el nuestro, donde la política ha estado secuestrada por los mismos de siempre, un candidato así no solo es refrescante: es necesario. Cepeda no es una moda, no es una jugada electoral, no es un invento del petrismo. Es, sencillamente, el líder que este momento histórico reclama. Y si da el paso, yo no tengo duda: será el hombre a vencer.