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Mompox

Samuel Sanabria.jpg

Gabriela Andrea Rodríguez

Universidad del Magdalena

Ay, ve´ Mompox, Mompox, 

Momposina,

sentaíta ahí, junto a la corriente que 

me trajo a ti.


Paredones blancos que Hispania paró,

y dicen que el obrero su misterio dejó.


Ay ve´, Mompox caliente, calientita 

como el sol que te da a medio día con

la plaza llena o vacía.


Me refresqué el alma con vinito 'e 

corozo,

y el mamoncillo dulce, que me suaviza 

el paladar

con una ternura de no acabar.


El quesito e´ capa de la tierra,

cosa de no creer,

con su bocadillo adentro,

Pa' qué te digo qué.


Ay ve, Mompox, te estoy llamando,

con la voz, con el cuerpo, con la vida,

tus sabores me dominan.


Con esa bandada de pescaos que salen 

del río,

posándose sobre mi boca,

dejando ese saborcito a pueblo

que muchos añoramos en silencio.


Pero el río Magdalena no solo es 

frescor,

también desesperación.

Ay ve´, de puro llanto y dolor.


Aquí mi gente negra, traída a la

fuerza,

dejó sus lágrimas y miserias.

Ay, Candelario,

Tú gran pena la siento aquí como la 

muerte sin fin.


La iglesia se alza, muy pulcra y muy 

grande,

contemplando la pena que el tiempo 

no ablande.


El esclavista mandaba, con su rezo y 

su ley,

y el triste negro boga, sin tener más 

rey que el río y la carga,

qué desolado es.


Mompox, tú eres eso: río, sol y cruz,

misterios ribereños y sabores que 

añoramos.


Tierrita que emana luz que quema,

con verdad e indiferencia,

la historia quedando atrás

como reflejo de la tiranía enajenada.


Ay ve´, Mompox,

en tu majestuosa e impetuosa agua

la historia de mi gente se va.

ISSN: 3028-385X

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