Academia Colombiana de la Lengua, 154 años de historia

Foto: Eje21

Laura Zambrano Ospina
Universidad de la Sabana
A pocas cuadras de la plaza de Bolívar, en una muy bella casona republicana, tiene su sede la Academia Colombiana de la Lengua, que este año cumple 154 años desde su fundación en 1871 por el escritor José María Vergara y Vergara. Ella surgió como una filial de la Real Academia Española con el objetivo de cuidar y estudiar el castellano en Colombia. Entre sus primeros miembros se encuentran cuatro expresidentes de Colombia: Miguel Antonio Caro, José Manuel Marroquín, Santiago Pérez y Manuel María Mallarino.
Malcolm Deas en su libro Del poder y la gramática, cuando se refiere a las tertulias literarias que se realizaban en la librería Vergara y Vergara y que frecuentaban grandes intelectuales, se pregunta: “¿Cómo pudo ocurrir que cuatro personas, conectadas por una sola librería, se convirtieran en presidentes de la nación en un lapso de treinta años?”
En dicha obra, el autor nos explica cómo la historia política, intelectual y cultural de Colombia se entrelaza con la obsesión nacional por la palabra, la gramática y la educación. A través de varios ensayos, Malcolm Deas muestra que el poder en Colombia, especialmente durante el siglo XIX y comienzos del XX, no solo se ejercía por medio de las armas, sino también a través del lenguaje y la cultura letrada.
Además de figuras políticas, muchos poetas e intelectuales hicieron parte de la lista de miembros de la Academia, como Rafael Pombo, José María Samper, José Caicedo Rojas y José María Rivas Groot.
Actualmente la Academia afronta nuevos retos, entre ellos, mantener la vitalidad del español en un contexto de profundos cambios tecnológicos y culturales, atraer a nuevas generaciones de lingüistas y escritores, y colaborar con escuelas, universidades y medios de comunicación para mejorar la enseñanza de la lengua.
Los comunicadores, responsables del buen uso del lenguaje en los medios, debemos tener muy claro el valor de cada palabra que sale al aire, se publica en un periódico o se emite en las redes sociales.
Un mensaje puede cambiar drásticamente si se evaden normas gramaticales como tildes o comas, y el uso de ciertos términos debe ser cuidadosamente medido para no generar confusiones, mensajes erróneos o herir sensibilidades.
No se trata solo de qué se dice, sino cómo se dice. Ante todo deberíamos tener prudencia y recordar antes de hablar los tres filtros que señalaba Sócrates: “¿Lo que vas a decir es cierto? ¿Es bueno? ¿Es útil? “.
Queda en manos de las nuevas generaciones impulsar la cultura letrada, el gusto por la literatura y el correcto uso del idioma. Conmemoremos los 154 años de historia de la Academia Colombiana de la Lengua y sigamos manteniendo vivo su espíritu.



