¿Cómo enfrentar la desinformación electoral del 2026 sin fallar en el intento?

Foto: Chelo Camacho / EL PAÍS

Juan Felipe González Baquero
Universidad del Rosario
La democracia colombiana, polarizada y dividida por tradición, se enfrenta a un nuevo capítulo de elecciones, las cuales, a la óptica de muchos, serán de las más fraccionadas y polémicas de los últimos tiempos. Los diferentes frentes políticos sufren sus propias dolencias. Sin embargo, es generalizado la falta de consenso, los liderazgos nublados y la temida violencia política que tocan la puerta para el 2026.
A todo esto se le debe sumar la creciente ola de opinión pública que diariamente tiene movimiento. Las redes sociales son para muchos el panel perfecto para debatir sus ideas políticas y también para arremeter contra los que no siguen la misma ideología. Sin embargo, con la era digital se suma un nuevo agente que dinamiza la política. El algoritmo se ha convertido en el siervo perfecto para agudizar fenómenos alimentados por la desinformación como la polarización.
Los extremos políticos no son algo nuevo. Partidos extremistas yacen en las democracias desde hace mucho tiempo, alimentados por discursos de odio y desinformación; crecen como colonias invasoras que carcomen desde dentro el sistema político. Y ahora con las redes sociales la información es instantánea, y con esto se siente cada vez más que existen dos grupos: “nosotros”, que compartimos ideas y principios correctos, y “ellos”, los cuales no podrían estar más equivocados y amenazan nuestra seguridad. Aunque parezca sombrío y sin solución esta división tiene orígenes y, según varios autores, conocerlos será la única forma de lucha.
C Ti Nguyen (2018), en su artículo Escapar de la cámara de eco, expone dos de los fenómenos que entiende como estructuras sociales que excluyen sistemáticamente información, siendo este el origen de las divisiones que rápidamente se traducen en polarización y discursos de odio.
El primer concepto es el de la burbuja epistémica. Muy acorde con su nombre, este se debe entender como un espacio en donde quienes lo habitan no oyen a las personas que se encuentran fuera. Esta exclusión de las voces externas se da por dos razones: la primera, se omite lo externo porque son puntos de vista contrarios y generan incomodidad, y la segunda forma de exclusión informática, que se da inadvertidamente, se causa por la interacción con nuestros círculos sociales que comparten nuestros puntos de vista y nos aíslan y excluyen de información contraria que se encuentre fuera de la burbuja.
Vivir en la burbuja genera que se deje de oír a todo aquel que no coexista en la misma, todo lo que es externo no existe, y la única fuente de información es lo que se repita en este entorno. Añadido a esta falta de información el autor también señala algo que es muy importante sobre todo para el debate: vivir en la burbuja genera una extrema confianza en el sujeto, lo que lo lleva a no contrastar la información que se le entrega, creyendo que es la verdad absoluta y negándose la oportunidad de conocer cualquier otra realidad, causa fundamental de replicación de información falsa.
El segundo fenómeno que nos expone Nguyen es la cámara de eco. Esta, aunque también excluye información, es más compleja que la burbuja y lo realiza de manera diferente. En la cámara de eco las voces relevantes que se encuentren en el exterior son desacreditadas, se ven como voces de las que se debe desconfiar y la información que entregan se puede incluso ver como peligrosa. El autor es certero en asociar la cámara con un culto; lo que busca es crear una alineación sistemática entre los que habitan la cámara, y estos miembros deben ver todo lo que se encuentra afuera como algo maligno de lo que se debe desconfiar.
Habitar la cámara de eco genera una desinformación incluso mayor que la burbuja, puesto que, así se escuchen las voces externas, estas siempre serán vistas con recelo, y este extremo aislamiento solo creara que, incluso si se presenta información fiable, esta será descartada con rapidez no por un criterio racional sino por una desconfianza descomunal.
Por fortuna, Nguyen también trae la receta para combatir estos fenómenos. La primera pregunta que abordaré es ¿cómo estallar la burbuja epistémica? Para el autor, este es el fenómeno más sencillo de combatir, pues basta con exponer a los miembros a la información y argumentos fiables que han omitido y dejar que los contrasten. Al oír las voces externas rompen con la burbuja y se abren a nuevas fuentes de información.
Con la cámara de eco nos enfrentamos a un problema más complejo, pero no imposible. Para escapar de aquí es necesario:
Entender la desconfianza estructural como el problema originario. Los miembros de la cámara sí escuchan voces externas, solo que no creen en ellas, por lo que solo exponerlas a las voces no será la solución. Incluso puede reforzar sus creencias.
Por lo anterior lo primordial es romper con la estructura de desconfianza. Esto solo se logrará si nuestro fin no es “ganar una discusión”, sino, por el contrario, demostrar una buena voluntad y empatía como antesala para una buena conversación.
Con esto se logra agrietar emocionalmente y cognitivamente la cámara. Lo siguiente será entonces generar un reinicio epistémico, esto partiendo de los postulados de Descartes de dudar de todo para reconstruir el conocimiento desde cero, pero no solo dudando individualmente sino haciéndolo también del conocimiento social. Se busca detener las creencias preconcebidas y reconsiderar en quien confiar, partiendo desde cero con una mente abierta.
Como un ejercicio práctico esto se resumiría en: (i) Desactivar el juicio y la desconfianza hacia “los otros”, (ii) volver a aprender y escuchar sin generar un filtro ideológico y (iii) reconstruir una red más amplia de fuentes de información confiables. Con esta larga y un poco compleja solución el autor también nos invita a reconocer que salir de la cámara en su mayoría depende de un vínculo externo que sea como un rescate para aquel que sale de la cámara y siente que habita un nuevo mundo.
Por último, como un humilde consejo invitó a que cada lector se analice individualmente y reconozca si, enfrentado a las elecciones del 2026, que serán determinantes para el futuro de nuestro país, sus motivaciones políticas se originan de alguno de estos fenómenos de exclusión de información. Es hora que nuestras decisiones políticas dejen de ser el resultado de una manipulación mediática e informativa; es hora de que el criterio propio sobresalga ante cualquier bandera o discurso político.
Hoy mi invitación parte de la experiencia propia de seguir el sabio consejo griego de conocerse a sí mismo, sólo así se podrá reconocer si somos parte de algún manso rebaño que es alimentado por desinformación y solo conoce una parcela diminuta del lugar que habita. Si luego de leerme y pensar en el 2026 siente la asfixia de la burbuja o el eco ensordecedor de la cámara, vuelva las veces que sea necesario a las soluciones que nos brinda Nguyen y con estas libere su derecho al voto de la desinformación y que este solo dependa de usted y su criterio.



