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Discursos de odio, violencia sexual en mujeres y guerra: un triángulo de dolor y opresión

Foto: Soho
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Soraya Cardona Sánchez

Universidad Pontificia Bolivariana

La guerra y los discursos han sido transversales a través del tiempo, a su vez, la violencia de género y sexual se han nutrido de la dialéctica agresiva de ambos hechos, se han fortalecido y arraigado en un contexto social que parece normalizarlo cada vez más. La guerra no solo confronta a ejércitos, sino que destruye tejidos sociales y lo que es aún más alarmante, usa a las mujeres como botín de combate. Las palabras violentas no se las lleva el viento, se quedan en la psiquis y permean tanto las esferas personales como las colectivas, rompen seres mediante abusos, sueños mediante engaños, familias mediante la complicidad y se aprovechan de la vulnerabilidad. A todo esto, la gran cuestión que nos aborda es: ¿cómo luchar contra la invisibilidad social y estatal de una problemática de violencia sexual que parece acrecentar ante la vista de todos?


Tal como lo he abordado anteriormente, el discurso de odio legitima las acciones violentas que se puedan ejecutar en los diferentes contextos sociales. Haciendo énfasis en el conflicto armado, las mujeres son quienes se ven más afectadas al ser visualizadas como instrumentos de guerra, humillación o sujetos que necesitan encontrarse sometidos. La violencia sexual se encuentra en distintas formas, entre ellas el acoso sexual, la violación, la explotación sexual, el abuso y la agresión sexual, en cuanto a contextos específicos de guerra, se produce la esclavitud sexual o embarazos forzados. Todas estas dinámicas están arraigadas en desigualdades estructurales y la naturalización del control patriarcal sobre el cuerpo y la sexualidad de las mujeres. Y respecto a la naturalización de la violencia, lo podemos encontrar contextos literarios comunes como en Maquiavelo en su obra “El príncipe”:


“La fortuna es mujer, y es necesario, si se quiere tenerla sujeta, golpearla y someterla. Se ve que ella se deja dominar más por estos que por aquellos que fríamente proceden; y por eso siempre, como mujer, es amiga de los jóvenes, porque son menos prudentes, más fieros y con más audacia la dominan” Moreno (s. f.)


Y si bien podría pensarse que se trata de una época alejada del contexto actual, la verdad es que podría contrastarse con la validación académica que se le produce no solo al libro, sino también a su autor en la actualidad, lo que nuevamente nos abre una interrogante: ¿es permitido separar el arte del artista a pesar de que este se encargue de propagar ideas nocivas para una sociedad que intenta transformarse cada día en temas de género?


La guerra no solo busca perseguir fines militares sino también expresar un dominio patriarcal. Al atacar específicamente a mujeres (quienes en muchas sociedades son vistas como portadoras del honor y transmisoras de valores culturales), se busca humillar, desestabilizar y quebrar la identidad comunitaria y familiar. Es una herramienta militar y política con objetivos claros más allá de la violencia física directa. Según cifras del centro de memoria histórica se puede estimar el total de víctimas de violencia sexual:


"Entre 1959 y 2020 se han registrado 15.760 víctimas de violencia sexual, el 61,8% mujeres y el 30,8% niñas y adolescentes" (Cnmh, 2021)


El discurso de odio es solo el medio por el cual se alista a la población para cometer atrocidades, especialmente la violencia sexual. Las palabras mal usadas implantan la semilla del terror, y se encargan de revictimizar a quienes toda la vida han sido víctimas del sistema, de la sociedad y de la desigualdad, en el caso en concreto, las mujeres.


A modo de conclusión, la violencia sexual en contextos de guerra no solo destruye cuerpos y sueños, sino que amenaza el entramado social mismo, y su invisibilidad permite que continúe impunemente. Por ello, es urgente visibilizar esta problemática, exigir compromiso estatal y social, y construir un entorno que proteja la dignidad y los derechos de quienes han sido víctimas de esta violencia.


El rechazo hacia quienes se encargan de propagar palabras hostiles necesita realizarse con vehemencia, separar la obra del artista y hacer un llamado hacia la conciencia colectiva del daño que infringe la aceptación de lo que no refleja humanidad.


La vergüenza debería cambiar de bando, debería poder recaer en los ojos indolentes de una sociedad perpetradora de violencia, en las mentes de los gobernantes que ignoran o replican con éxito el discurso y que destinan sus esfuerzos diplomáticos en embellecer una ciudad que se alimenta del sufrimiento, la humillación y el sometimiento de los cuerpos femeninos. Se necesitan políticas públicas efectivas, modelos de atención a las víctimas eficaces, garantía de poder acudir a las instancias judiciales por justicia, y, sobre todo, el acompañamiento de redes de apoyo para que las víctimas puedan renacer del dolor con una nueva historia.



Referencias


Cnmh. (2021, 27 octubre). Un 30% de las víctimas de violencia sexual en el conflicto armado son niñas o adolescentes - Centro Nacional de Memoria Histórica. Centro Nacional de Memoria Histórica. https://centrodememoriahistorica.gov.co/un-30-de-las-victimas-de-violencia-sexual-en-el-conflicto-armado-son-ninas-o-adolescentes/


Moreno, B. M. (s. f.). Maquiavelo y la mujer. un estado de la cuestión. Res Publica Revista de Historia de las Ideas Políticas. https://www.academia.edu/40323989/Maquiavelo_y_la_mujer_Un_estado_de_la_cuesti%C3%B3n

ISSN: 3028-385X

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