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Explorar, nombrar, olvidar: Humboldt

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Foto: EL PAÍS
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Rubén Rincón-Landínez

Universidad Nacional de Colombia

Alexander Von Humboldt emprendió entre 1799 y 1804 una de las expediciones científicas más ambiciosas en la historia de América. En su travesía recorrió los territorios que hoy corresponden a Venezuela, Colombia, Ecuador, México y Cuba, con una rápida parada en EE. UU. A diferencia de otras expediciones, Humboldt no solo estaba interesado en la geografía; su curiosidad se despertaba ante todo: las plantas, los animales, las rocas y el agua (Wulf, 2017). Un hombre que se dejó sorprender por la novedad de la naturaleza, que la pensó tal como la entendemos hoy. Su viaje sentó un precedente en la metodología de la investigación científica interdisciplinaria, con un enfoque holístico de la naturaleza. Humboldt revolucionó la comprensión del mundo natural, destacando la interconectividad entre ecosistemas y la influencia del medio ambiente en las sociedades humanas (Wulf, 2017). 

Desde su juventud, Humboldt demostró un profundo interés por las ciencias naturales y las exploraciones, influenciado por la Ilustración —fue llamado, incluso, "el último ilustrado"— y por figuras como Goethe y Kant. Adquirió una formación disciplinaria que le permitió combinar el empirismo con un enfoque filosófico (Wulf, 2017). La expedición de Humboldt en América fue posible gracias a la autorización del gobierno español, que le permitió explorar sus territorios en un contexto de crecientes tensiones independentistas. Su viaje no solo le permitió recopilar información científica, sino que también lo convirtió en un "sabio americanista". Desafió mitos como la supuesta inmadurez del continente o la debilidad de sus habitantes y se destacó como un gran conocedor de Colón, así como un difusor de las investigaciones de Fernández de Navarrete (Minguet, 1975). Humboldt no solo estudió y documentó la naturaleza, sino que también realizó un análisis del contexto social y político de América. 

Acompañado por el botánico francés Aimé Bonpland, Humboldt partió de La Coruña en 1799 para arribar a Cumaná —actual Venezuela—, donde inició sus estudios geológicos y botánicos. Desde allí recorrería diferentes regiones del continente, documentando de la manera más rigurosa posible, realizando siempre una detallada descripción de todo cuanto veía y de las condiciones climáticas que exploraba. Sus detalladas mediciones lo convirtieron en el primer científico en trazar líneas isotérmicas en mapas climáticos (Wulf, 2017). 

Le esperaba una larga travesía por el río Orinoco, que le confirmó la conexión entre las cuencas del Orinoco y el Amazonas en el canal Casiquiare, lo que significó un gran avance para el estudio de la hidrografía del continente. Ocuparon un lugar destacado en la mirada de Humboldt las comunidades indígenas, sus costumbres y lenguas, lo que lo llevó a cuestionar narrativas que desestimaron el conocimiento indígena (Minguet, 1974). Por último, también documentó fenómenos climáticos como el efecto de la altitud en la distribución de especies, lo que influyó en el posterior desarrollo de la biogeografía (Wulf, 2017).

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Friedrich Georg Weitsch (1806)

Los estudios sobre Humboldt han sido amplios y diversos. Autores como Andrea Wulf y Charles Minguet han analizado su impacto en la ciencia y la exploración, pero hay un aspecto que considero fundamental y que no abordan con profundidad: la relación entre Humboldt y Francisco José de Caldas. Miguel Ángel Puig-Samper (2024), en su reseña sobre The Invention of Humboldt en la Hispanic American Historical Review, califica como generoso el hecho de que Humboldt le entregara a Caldas el borrador de la Geografía de las plantas. Sin embargo, esto puede entenderse mejor como una maniobra para que Humboldt legitimara su propio trabajo frente a Mutis. 

Humboldt no fue del todo transparente en su relación con Caldas y Mutis, como lo demuestran tres episodios clave. Primero, negó ante Caldas que Mutis le hubiera informado sobre su apoyo financiero, aunque luego admitió haber mentido porque prefería viajar solo (Caldas, 1801). Segundo, en 1826, diez años después de la ejecución de Caldas, lo incluyó en una extensa lista de naturalistas que habían trabajado en la geografía de las plantas, pero con un error evidente: fechó esos estudios 15 años atrás (Humboldt & Kunth, 1826), cuando en realidad Caldas ya investigaba la batimetría botánica desde 1802, es decir, 24 años antes (Caldas, 1802). Finalmente, las 107 láminas botánicas que Mutis regaló a Humboldt en 1801 desaparecieron y hay evidencia de que fueron copiadas en Plantes Équinoxiales

En último lugar, quiero también destacar la visión de Humboldt sobre la naturaleza que marcó a generaciones enteras de científicos, entre ellos a Darwin, quien encontró en sus estudios un pilar fundamental para desarrollar su teoría de la evolución. "Sin Humboldt, Darwin no habría concebido la evolución del modo en que lo hizo" (Wulf, 2017, p. 115). Asimismo, su obra desmanteló las visiones europeas reduccionistas sobre América, revelándola como un territorio de enorme diversidad natural y cultural, cuya historia había sido distorsionada por los relatos coloniales. En el ámbito político, su condena a la esclavitud y al sistema colonial resonó en los círculos independentistas latinoamericanos. Fue, como muchas otras figuras, un hombre controversial. 

El legado de Humboldt es innegable: su mirada interdisciplinaria transformó el estudio de la naturaleza y su obra marcó a generaciones de científicos y pensadores. Sin embargo, su historia también nos obliga a cuestionar la manera en que se ha construido el reconocimiento en la ciencia. Mientras Humboldt fue celebrado en Europa como un visionario, figuras como Francisco José de Caldas quedaron relegadas a notas al pie de página, a pesar de sus contribuciones

pioneras, en muchas ocasiones eclipsadas por el peso de la ciencia y la historiografía eurocéntrica. 

Más allá de su genio, Humboldt encarna las contradicciones de su tiempo: un explorador que exaltó la riqueza de América, pero que también supo beneficiarse de sus conexiones europeas para consolidar su prestigio. Comprender su obra implica no sólo reconocer su grandeza, sino también revalorizar a aquellos cuyos aportes fueron eclipsados por las dinámicas coloniales del conocimiento. Solo así podremos construir una visión más justa de la historia de América. 

Referencias

Gómez Gutiérrez, A. (2023). Las invenciones de Humboldt y Caldas. Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, (58), 175-178. 

Gómez Gutiérrez, A. (2023). Caldas and Humboldt in the Andes: Who Invented Biogeography?. En M. Thurner & J. Cañizares-Esguerra (Eds.), The Invention of Humboldt: On the Geopolitics of Knowledge (pp. 76-115). Routledge. 

Humboldt, A. von, & Kunth, C. (1826). Géographie des Plantes Rédigée d’après la Comparaison des Phénomènes que Présente la Végétation dans les deux Continens. Prospect. Staatsbibliothek zu Berlin Preussischer Kulturbesitz. 

Minguet, C. (1974). La América de Humboldt. Boletín AEPE, (10), Marzo. 

Puig-Samper, M. Á. (2024). Reseña de The Invention of Humboldt: On the Geopolitics of Knowledge, editado por M. Thurner y J. Cañizares-Esguerra. Hispanic American Historical Review, 104(1), 147-149. 

Wulf, A. (2017). La invención de la naturaleza: El mundo nuevo de Alexander von Humboldt (The Invention of Nature: Alexander von Humboldt’s New World). PRH Grupo Editorial. 

Caldas, F. J. de. (1801). Carta a José Celestino Mutis, 6 de abril de 1801. En E. Posada (Ed.), Cartas de Caldas (pp. 147-148). Academia Colombiana de Historia (1917). 

Caldas, F. J. de. (1802). Carta a Manuel María Arboleda, 7 de noviembre de 1802. En N. Savitskaya & D. Caldas Varona (Comps.), Cartas de Caldas ilustradas (p. 389). Universidad Distrital Francisco José de Caldas/Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (2016).

ISSN: 3028-385X

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