top of page

La política no necesita ecos

Laura Olaya_edited.jpg

Laura Olaya Ramírez

Universidad de los Andes

Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvárselo. ¡NADIE!

—Jaime Garzón

Desde que tengo uso de razón he sentido una enorme pasión por la política, porque estoy convencida de que es la herramienta más poderosa para salvar, amar, respetar y honrar a nuestro país. Sin embargo, he sido testigo de cómo muchos jóvenes se apartan de esta conversación: unos creen que su voz no tiene relevancia en una sociedad que los ignora o menosprecia; otros, simplemente, repiten la opinión con la que crecieron, sin atreverse a cuestionar ni a construir una mirada propia. Esa realidad me llevó a preguntarme cuál es, en verdad, nuestro papel. Hoy creo tener una certeza: nuestro papel solo se hará valer cuando entendamos que lo esencial no es pensar igual, sino tener ideas claras, fundamentadas, informadas y, sobre todo, propias.

Nuestros padres tuvieron la desdicha de presenciar una Colombia profundamente lastimada por la violencia, la guerra y la injusticia. Nuestra generación, en cambio, enfrenta un enemigo silencioso e igual de peligroso: la indiferencia. Y aunque muchos prefieren apartarse para evitar el menosprecio, quiero dirigirme a quienes sí participan, pero lo hacen repitiendo lo que otros dicen. A quienes, teniendo la oportunidad de forjar una opinión política única, se dejan llevar por voces externas, grandes o pequeñas, que no les dejan espacio para construir lo que realmente piensan, lo que de verdad los mueve y por lo que, de forma individual, vale la pena luchar.

Cuando comparto este pensamiento, muchos llegan a preguntarse: ¿por qué es tan importante? Para responder, siempre invito a que, antes de cuestionarnos esto, es fundamental estar más presentes, porque solo una persona que no lo está piensa que estamos en una sociedad libre de evolución y que la política, las leyes y los que seguimos (nosotros, los jóvenes) no debemos avanzar con ella. Es vital que veamos esto, que lo sintamos, que sea nuestro. Que avancemos como personas y como país; que, aunque alguien que admiremos piense de una forma, no quiere decir que esta sea la regla. Empezar a tomar las riendas de nuestras propias opiniones políticas es el primer paso para llegar a la meta de todos: vivir y sentir un mejor país.

En una sociedad tan diversa como la nuestra, es natural, y necesario, que no todos pensemos igual. Pretender uniformidad en las opiniones es desconocer la riqueza de miradas que tiene un país como Colombia. Lo verdaderamente valioso no es coincidir en todo, sino aprender a escuchar y respetar las diferencias. Ese ejercicio de aceptar que el otro puede pensar distinto sin que eso lo convierta en enemigo es, quizás, el paso más importante hacia una Colombia en paz: una nación donde las diferencias no se traduzcan en violencia, sino en diálogo y construcción colectiva.

Es por esto que hoy, de la forma más cercana que tengo para hacer política, escribiendo e invitando, NOS hago una invitación. NOS invito a expresarnos, a no tener miedo, a ser curiosos y preguntar y refutar. NOS invito a ser jóvenes, jóvenes con un amor tan profundo por su país que NOS indigne ver cómo está siendo destruido poco a poco. Pensemos más, leamos más, hablemos más y construyamos en cada uno de nosotros esa Colombia que queremos ver, que queremos heredarle a los otros jóvenes y que ellos jamás sientan miedo a ser ignorados o menospreciados por pensar diferente.

Mientras no comprendamos la responsabilidad política que tenemos en nuestras manos, seguiremos viviendo en un país gobernado por aquellos que, aunque sabemos que no deberían hacerlo, nos enseñaron a aceptar como inevitables.

ISSN: 3028-385X

Copyright© 2025 VÍA PÚBLICA

  • Instagram
  • Facebook
  • X
bottom of page