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Plomo, populismo y TikToks: el nuevo algoritmo para ser presidente en 2026

Santiago Botero, Vicky Dávila y Claudia López. Foto: El PAÍS
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Martín Eduardo Bastidas

Universidad Nacional

Hace unas semanas se hizo viral en X (Twitter) una imagen de unos 75 precandidatos presidenciales. La mitad no llegará ni a las consultas interpartidistas, y mucho menos a la primera vuelta. Pero hay casos curiosos, como el del Batman que, conociendo nuestra bella chibchombia, si propone cambiar el televisado consejo de ministros por reuniones de la liga de la justicia, seguro sacaría uno que otro voto. También hay casos más serios y preocupantes que, a un año de ver al nuevo ocupante de la Casa de Nariño, vale la pena examinar.

Uno de los canales de difusión más importantes en la política electoral son las redes y el marketing político. Si a usted, como a mí, lo tiene azotada la publicidad política y los comerciales de mal gusto de Temu, scrolleando ya le habrá salido al menos un videíto de Santiago Botero Jaramillo, un “empresario y emprendedor exitoso” con discurso “outsider” que se vende como la nueva alternativa: asegura no pertenecer a la clase política ni a los partidos y promete “romper el sistema” presentándose por firmas. Recuerda a cierto gobernante de Santander que fue la sorpresa de las pasadas elecciones, pero con más pelo y paramilitarismo puro.

Lo que más destaca del señor Botero —o el “Bukele Colombiano”, como ya lo llaman algunos—, además de un claro desconocimiento de los derechos humanos y un discurso de xenofobia donde tacha a los venezolanos de bandidos, son las propuestas populistas y extremistas que presenta en sus redes.

Por ejemplo: establecer un estado de conmoción interior como primera medida “para irse de frente” contra los criminales; crear un grupo paramilitar “legal” que “limpie y purifique” el país, los llamados “templarios”, para seguir dándole “plomo a los bandidos”. En su sitio web ya recibe preinscritos para esa iniciativa. Es evidente que el eje de sus propuestas es la seguridad y el enfrentamiento abierto a todo aquel que él llama “criminal”.

También propone restablecer la pena de muerte y enviarle a cada joven colombiano un “chequecito” de seis millones de pesos con destinación exclusiva a la educación superior. ¿De dónde saldrá el dinero? Dice que acabará la educación pública superior porque es la cuna de “vándalos”, y que el proceso de paz “tiene viviendo bien a los bandidos”. En resumen, en su gobierno la “paz total” sería a punta de “bam bam”.

Si usted cree en el diálogo y la democracia como un camino de consenso (así sea idealmente), habrá identificado que estas propuestas y declaraciones reflejan la preocupante situación política del país: la alta polarización y la desconexión de parte de la clase política con la realidad y las bases electorales. Que un empresario crea que el Estado se mide por productividad y se maneja como empresa, desconociendo el entramado político, el funcionamiento estatal e incluso los derechos humanos, y se ufane de decirlo abiertamente en redes, dice mucho del momento que atravesamos.

Entonces, ¿veremos a Botero en el tarjetón de 2026? Por alianzas políticas, fijo no será. Cada vez que puede desprestigiar a cuanto político se le atraviesa, lo hace. Con un irrespeto e irreverencia extremos hacia el resto de candidatos, a quienes ridiculiza en sus redes llamándolos “bandidos disfrazados de políticos”, se aleja de posibles alianzas con las clases políticas tradicionales. Además, critica y barre el piso con Petro, con Uribe, con Fajardo, con Claudia, con la derecha, con la izquierda, con el centro, con los godos, con los comunistas y con cualquiera que no crea en la violencia como vía para la política.

Más allá de verlo en las urnas, lo que preocupa es la realidad colombiana de nuestros votantes: que cientos de ciudadanos en redes expresen un apoyo ciego a una propuesta sin fundamentos, que promete que hablando duro y engañando a los colombianos se resolverán el hambre, la violencia, la pobreza o la polarización “a punta de bala”.

Eso sí, felicitamos a los editores de redes del doctor Botero, porque encontraron cómo hacer parecer viable a un empresario que se limita a gritar “balín, plomo, bandidos” y a presentar propuestas dignas de un personero de colegio como un posible candidato del tarjetón. Así que, como él mismo dice, que nos coja confesados el 2026, y Dios nos bendiga de estos mamarrachos disfrazados de políticos, que son el verdadero peligro.

ISSN: 3028-385X

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