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"Rebelde dentro de los rebeldes"

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Fotos: Juan Tomás Olmos
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Santiago Orozco Uribe

Universidad de los Andes

Como Napoleón, Yezid Arteta podrá decir al final de sus días: “qué novela la de mi vida”.  Nació en Barranquilla en 1959, poco tiempo después de la creación del Frente Nacional. Contestatario desde jóven, se convirtió a los 15 años en militante de la Juventud Comunista. Fue un dirigente estudiantil aguerrido, irreverente, que nunca dobló la cerviz ante los poderes establecidos. En 1984 ingresó a las filas de las FARC donde llegó a comandar un frente en el suroccidente de Colombia. Imbuido en el trajinar armado, tuvo la osadía de cuestionar el rumbo de la organización guerrillera. Pensaba que la militarización de las FARC estaba consumiendo a la política y que, sin esta última, el proyecto insurgente estaba condenado a fracasar. Eso le costó la enemistad del comandante Raúl Reyes, que lo citó a cientos de kilómetros de donde estaba para que rindiera cuentas ante un consejo revolucionario de guerra por el delito de insubordinación.  

 

El miedo invadió todo su cuerpo. La posibilidad de morir a manos de sus propios camaradas con un balazo en la cabeza, como mueren los traidores, le pareció el más deshonroso de los finales. Tenía dos opciones: huir o cumplir con el destino. Las enseñanzas de su madre, una maestra de escuela que tenía como piedra angular de su existencia el decoro, fueron definitivas para tomar una decisión: por decoro se enfrentaría cara a cara con la muerte. 

 

Realizó un largo peregrinaje de tres meses a pie, cruzando montañas, páramos y selvas. Ya en el lugar indicado, el juicio no dio espera. La voz se le quebró; espesas lágrimas de dolor inundaron sus ojos transgresores. Ese fue el momento supremo de su vida, el más oscuro, el que nunca olvidaría. Entregado a la fatalidad, sin esperanza ni voluntad, esperaba la sentencia implacable de la justicia guerrillera.

 

Como si de una sinfonía se tratara, las palabras del jurado llegaron a sus oídos con una dulzura insospechada: quedaba suspendido del mando por dos años, además de cumplir con otras penas accesorias. Por falta de pruebas, el jurado consideraba que no se debía aplicar una sanción más severa. El ángel de la vida le había ganado la partida a la dama de negro. 

 

En julio de 1996, en Remolinos del Caguán, fue capturado durante un combate con el ejército. Permaneció diez años en la cárcel, tiempo que aprovechó para dedicarse a leer y escribir. Recomendó lecturas a Popeye e intercambió textos filosóficos con Gilberto Rodríguez Orejuela. Cumplida su condena, se dedicó a trabajar por la paz y la reconciliación nacional. Ha publicado nueve libros; fue columnista de Semana y actualmente escribe en la revista Cambio. El año pasado fue designado por el presidente Petro como negociador de paz con las disidencias de las FARC. 

 

Si hay una palabra que define por entero a Yezid Arteta es la de rebeldía. No por nada su último libro se titula Rebelde dentro de los rebeldes. Durante toda su existencia ha sido una oveja descarriada, actuando siempre con firmeza, con pleno convencimiento de su lucha, de sus ideales. Le podrán reprochar todo, menos la falta de coherencia. 

Fotos: Juan Tomás Olmos

Santiago Orozco Uribe: Todos los grupos guerrilleros que ha habido en América Latina se han desmovilizado. En Colombia, sin embargo, luego de 60 años de lucha armada todavía persiste la guerra de guerrillas. ¿Cree que estamos eternamente condenados a esta realidad? 

 

Yezid Arteta Dávila: Casi todos los que pasaron por las huestes guerrilleras en América Latina, comenzado por Fidel Castro, Tomas Borge Martínez o el mismo Hugo Chávez, que no fue miembro de una agrupación guerrillera pero sí fue un militar insubordinado, dijeron que la lucha armada ya era cosa del pasado. Aquí se han juntado una serie de factores que de alguna manera han impedido una paz definitiva en la que todos estos grupos encuentren el camino para su reintegración.

 

SOU: ¿Cuáles cree que son esos factores que explican la permanencia de los grupos guerrilleros? 

 

YAD: Primero, la implementación de los acuerdos que se han logrado siempre ha sido a medias, nunca ha habido una implementación completa, y obviamente eso implica rearme. Segundo, no ha existido una política de Estado con respecto a la paz, entonces los grupos guerrilleros tienen mucha desconfianza, porque algunos consideran que con un gobierno es mejor hacer la paz que con otro, y otros consideran que no, entonces esperan a que llegue el próximo. Aquí no ha habido una política de Estado, por eso frente a la paz siempre ha habido oposición. Normalmente en las sociedades donde se hacen acuerdos de paz se logran consensos y se establecen políticas de Estado, donde el tema de la paz no se convierte en un elemento de discusión política. 

 

SOU: La tenencia y distribución de la tierra ha sido una de las banderas importantes de los movimientos subversivos en Colombia; cumplir la implementación del Acuerdo sobre este tema no ha sido tarea fácil, a pesar del alto número de hectáreas adjudicadas en este gobierno. Mientras no se cumpla este punto del Acuerdo ¿no cree usted que las condiciones seguirán servidas para la justificación de la lucha armada?   


YAD: No es para justificar la lucha armada, porque entre otras cosas el fenómeno del latifundio también se da en otras latitudes. Los factores de pobreza también existen en otras latitudes y, sin embargo, esto no implica el surgimiento de una agrupación guerrillera. Lo que pasa es que aquí hay un enraizamiento de las guerrillas. Existen grupos que simplemente se organizan en armas y tienen un control territorial, montan una especie de hacienda tributaria paralela y con eso se mantienen durante décadas. El tema de la repartición de la tierra es un factor de inequidad que genera descontento, pero no tiene que ser una consecuencia inmediata para el surgimiento de un grupo alzado en armas.

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Fotos: Juan Tomás Olmos

SOU: En su libro Rebelde dentro de los rebeldes usted afirma que hubo épocas en que se justificaba derramar la sangre de otro para consolidar una idea, pero que ahora sería un disparate. ¿Cree que el país realmente cambió para que hoy sea impensable tomar las armas?

 

YAD: El país ha cambiado mucho. Ustedes hacen parte de una generación más conectada con el mundo, una generación más global, que evita la violencia y los actos de intolerancia. Si nuevos jóvenes se están incorporando a la guerrilla se trata de un fenómeno muy focalizado en ciertas zonas del país; no es una tendencia. El que hoy tengamos un gobierno de estas características se debe a que el lastre de la lucha armada, ese que arrastraba las viejas FARC, de alguna manera fue sacado de circulación, y eso permitió que afloraran otras fuerzas políticas. Entonces, razones definitivamente no las hay, y prueba de ello es que si se hiciera un sondeo de opinión, la inmensa mayoría de colombianos no estaría de acuerdo con el uso de la fuerza para forzar los cambios.

 

SOU: Desde el gobierno de Alfonso López Michelsen se ha intentado firmar la paz con el ELN. Sin embargo, luego de cinco décadas, todos los esfuerzos han fracasado. Se creía que con este gobierno los diálogos iban a terminar en buen puerto, pero las cosas no han resultado de la manera esperada. ¿Qué futuro le espera a este grupo armado?

 

YAD: Políticamente al ELN no le veo futuro. Que puedan existir per se, por supuesto. Destruir una organización guerrillera que tiene control territorial, conocimiento del terreno, armas y hombres es muy difícil en las condiciones de nuestro país. Cualquier grupo guerrillero que se lance al ruedo y se plantee como una alternativa siempre tiene que hacerlo en términos políticos, porque si no se miden las consecuencias de los actos políticos obviamente todo eso puede convertirse en un búmeran, que fue lo que le ocurrió a las FARC. Las FARC se hizo mucho más daño a sí misma con el secuestro, los ataques indiscriminados y la voladura de torres que el daño que le procuró las fuerzas del establecimiento. Es con esos actos donde empiezan a perder el corazón de la población.   

 

SOU: Usted dice en su libro que la revolución es principalmente una operación política y sin apoyo popular todo proyecto está condenado a fracasar. Con los cientos de secuestros que han cometido, los continuos paros armados, la voladura de oleoductos que contaminan las fuentes de agua con que se alimentan las poblaciones, ¿no está perdiendo el ELN el apoyo popular y, por tanto, contradiciendo su razón de ser?

 

YAD: Lo ha perdido. Las organizaciones que hoy están planteando la lucha armada, entre ellas el ELN, tienen muy poco juego en los centros urbanos. Es decir, tienen control de una parte muy pequeña del territorio. Eso en términos cuánticos es irrelevante, de manera que pueden estar reivindicando apenas una pequeña parte de la población, muy ínfima. Cuando las FARC hizo el tránsito a movimiento político sus resultados fueron realmente pírricos, muestra de que ya había una desconexión. Cuando un proyecto armado o un proyecto político tiene una desconexión con la sociedad vienen los descalabros. 

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Fotos: Juan Tomás Olmos

SOU: ¿Cree que las FARC como movimiento político puede prosperar? 

 

YAD: Lo veo muy difícil. La manera como las FARC hizo su irrupción política no fue la más acertada. Tú no puedes utilizar una sigla que ya está quemada. Cuando una sigla está derrotada políticamente no puedes insistir en ella, ese fue el primer error. El segundo, no hacer un puente entre la guerrilla que estaba alzada en armas con una generación que miraba con expectativa el surgimiento de ese proyecto político. Además, han perdido también la conexión entre su propia base guerrillera. Cuando eso ocurre, difícilmente se pueden recuperar. 

 

SOU: Dice Humberto de la Calle que “las disidencias que traicionaron el Acuerdo y a las que, desafortunadamente, se les concedió el nombre de Estado Mayor Central, están compuestas por pequeñas facciones artificialmente organizadas para crear un movimiento previamente inexistente dedicado fundamentalmente al delito”. Usted como gestor de paz con este grupo, ¿cree posible su desmovilización?

 

YAD: En eso estamos trabajando. La descripción que hace el Doctor de la Calle puede ser cierta en algunas cosas, pero no en todo. El principal error del Acuerdo del 2016 fue no haber pensado en el vacío que iba a dejar las FARC en los territorios. Las FARC era la fuerza que mantenía cierto equilibrio en las regiones en cuanto a la seguridad, la administración de justicia, la economía local, etc. Esa tradición había que aprovecharla para que, bajo la tutela de las fuerzas militares, los guerrilleros contribuyeran a expandir el Estado. Lo que hizo el Acuerdo fue extraerlos del territorio, ese fue el peor error de la negociación. Cuando esa gente salió de los territorios se sintió fuera de lugar, sin competencia para poder llevar una vida en estos medios urbanos que son difíciles incluso para las personas que han nacido y tienen conocimiento y formación para sobrevivir en una sociedad urbana. Ahí hubo un problema, un choque cultural. Algunos de esos combatientes fueron a buscarse la vida de cualquier manera, y algunos otros se reorganizaron. Ahora, dudo que tengan un gran potencial ideológico.

 

SOU: A una gran mayoría de grupos y dirigentes que han firmado la paz con el Estado los han asesinado, caso Guadalupe Salcedo, la Unión Patriótica, Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro y más de 400 firmantes de las FARC. ¿Cree que están dadas las condiciones para que otros grupos guerrilleros dejen las armas?


YAD: Ese genocidio que hubo contra un partido politico no se ha vuelto a repetir, hay que reconocerlo. Hubo una campaña durante la época más brutal de los paramilitares con el objetivo de atacar ciudadanos que tuvieran alguna relación con la izquierda. Ese fue un periodo durísimo para este país. Hoy existe una atmósfera en la que se presentan eventos de asesinatos de líderes sociales por múltiples razones, pero ya no tanto como una estrategia dirigida por algunos sectores de la sociedad colombiana, cuyo objetivo en otros tiempos era eliminar la contradicción política. Esta ha sido una sociedad muy fuerte. Con todo los asesinatos que ocurrieron durante el periodo del paramilitarismo era para que en Colombia no existiera la izquierda. Eso muestra el potencial y la capacidad de renovación, de valentía y de coraje de la sociedad colombiana.

Fotos: Juan Tomás Olmos

SOU: Hablando de la izquierda, estamos pasando por escenarios de corrupción iguales o peores que en gobiernos anteriores. ¿Usted cree que la izquierda estaba preparada para gobernar el país? 

 

YAD: Sí estaba preparada para gobernar. Lo que pasa es que la izquierda no se puede sustraer de todo lo que ha sido el medio ambiente político de este país. Hay que reconocer que en la izquierda hay sectores muy limpios, muy honestos, muy capaces, pero también hay sectores que se han alimentado del clientelismo. No podemos romantizar a la izquierda en general; la izquierda tiene sus miserias y sus esplendores. También tiene personas corruptas, como se ha demostrado en este gobierno. Hasta el mismo hijo del presidente de la república, para cubrir debilidades de índole sexual, tuvo que acudir a una serie de prácticas que muestran hasta qué punto su formación política realmente es nula. El Pacto Histórico, para poder llegar a donde llegó, tuvo que acudir a otros sectores que obviamente no tienen un historial muy limpio en cuanto a las prácticas políticas. Como dice el proverbio español: de aquellos polvos, estos lodos. Lo que estamos recogiendo, de alguna manera, es eso. Por otro lado, veo una camada muy importante de funcionarios con muchas calidades. Hay veces que me he encontrado con funcionarios del gobierno anterior: gente con mucha incapacidad, incompetente. Lo que pasa es que el foco mediático sobre ese gobierno no ha sido tan estricto como ha ocurrido con este gobierno. 

 

SOU: ¿Cree que puede existir una relación completamente transparente entre los poderes ejecutivo y legislativo? 

 

YAD: En el parlamento hay gente buena, no creo que sea la mayoría, pero sí hay personas que se pueden rescatar. El problema está en que este gobierno tiene que desarrollar una actividad híbrida, en la cual trata de sacar lo mejor de su proyecto, lo mejor de su gente, pero sin hacerse el tonto, en el sentido de que tiene que entender que hay muchas cosas que necesita hacer. Es lo que decía un político del Centro Democratico: hacer dribbling. Hay que hacer dribbling porque no existe mayoría absoluta. Cuando tienes una mayoría absoluta aplicas la mayoría y punto. Eso es lo que se hace en Europa y en las democracias más desarrolladas. Tu mandas con tu gente y, si tienes mayorías, apruebas y apruebas y apruebas y apruebas. Pero aquí no ha sido posible. Además, la cultura política, la misma cultura de los capitalistas colombianos, estaba muy devaluada. Como este señor Mario Hernández. Son tipos de un nivel de ignorancia tan alto que pareciera que ellos hubieran descubierto el capitalismo. Un tipo de estos, de una manera estúpida, va lanzando acusaciones y tratando a todo el mundo de perezoso, con el famoso discurso de “nosotros creamos empleo”. Sí, claro, ellos crean empleo, pero de ese empleo obtienen sus réditos y pueden darse la vida de ricos en otras latitudes del mundo. Para mi tiene igual relevancia un empresario que un tipo que siembra cebollas. Ambos están produciendo riqueza material. 

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Fotos: Juan Tomás Olmos

SOU: El fallido proceso de paz del Caguán durante el gobierno de Andrés Pastrana condujo al ascenso de un líder militarista como Álvaro Uribe. Si la paz total del gobierno de Gustavo Petro fracasa, ¿teme el triunfo de una propuesta política de ultraderecha mucho más radical y agresiva?

 

YAD: Todo está en el campo de las probabilidades. El mundo ha hecho un giro hacia la derecha, eso es indiscutible. Las últimas encuestas en España, en Italia, en Alemania, en Grecia, muestran un crecimiento de la derecha. Ni se diga de las antiguas repúblicas de lo que era la cortina de hierro. Yo creo que son procesos políticos que se dan de una manera global. Entre más oscura es la noche más cerca está el día, dice una frase. Son procesos. Ahora, que en Colombia tengamos en las próximas elecciones un giro hacia la derecha está en el campo de las posibilidades, pero todavía no veo ese escenario. Tampoco veo una candidatura muy fuerte. Veo que lo que hay son candidaturas infladas, como la de este niño Turbay, que busca a los asesores de Bukele para convertirse en el Bukele colombiano. Y lo otro es que no tienen ninguna propuesta. Yo he hablado con gente del Centro Democrático y les he preguntado por estos personajes, y reconocen que Petro es un hombre de mucha potencia. No se le va a derrotar sacando chismes, haciendo memes y cosas de esa naturaleza. Actualmente no hay una propuesta. Lo que hay son réplicas, fotocopias. El señor Turbay quiere convertirse en Bukele; la señora Cabal se inspira en Viktor Orbán, de Hungría, y en el señor de VOX, de España. Existe una falta de originalidad. Están buscando hacia afuera, no están creando nada hacia adentro. 

 

SOU: ¿Ve dentro de la izquierda algún líder con la potencia de Petro? 

 

YAD: Yo creo que ese tipo de líderes no se dan fácilmente. Chávez, Fidel, Correa, incluso Uribe en la derecha, son líderes cuya propia naturaleza, carácter e idiosincrasia los hace fuertes. No veo actualmente a una persona de esa naturaleza. Más adelante saldrá alguno, no sé. Pero en este momento un hombre como Petro es irremplazable. Líderes muy buenos de la izquierda sí los hay: la ministra de Ambiente, Carlos Carrillo, Felipe Harman, la ministra de Agricultura. Hay mucha gente en los territorios también. 

 

SOU: Hubo presidentes con historial guerrillero que les fue bien en sus gobiernos: Mandela en Sudáfrica, Mujica en Uruguay, por mencionar los más representativos. A pesar de la oposición política del Congreso y los grupos económicos, ¿podrá el presidente Petro terminar un buen gobierno?


YAD: Yo creo que sí, porque a fin de cuentas él está sembrando, y, sobre todo, porque se está dando una transformación cultural; la hegemonía cultural de la que hablaba Gramsci en sus escritos. A mi me ha tocado recorrer muchas partes del territorio nacional en estas negociaciones y hay una gran diferencia entre el campesino que te encontrabas hace 20, 30, 40 años atrás, con una formación básica, muchos de ellos analfabetas, con el campesino que te encuentres hoy, que te habla sobre cambio climático, protección del agua, energías renovables, cultivos biológicos. Esto ya es el resultado de un discurso que el presidente de la república ha ido construyendo y que ha ido expandiendo en las diferentes instancias del país, desde las élites intelectuales hasta los sectores sociales populares. Eso es una gran ganancia, porque cualquiera que sea el presidente en el 2026 tiene una vara muy alta, y retroceder en estos aspectos sería imposible para esa persona.

ISSN: 3028-385X

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