Reflexiones sobre la existencia del ser

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Rafik Rachem
Universidad del Rosario
La existencia del ser es un tema que ha fascinado y perturbado a filósofos a lo largo de los siglos. En mi búsqueda personal de entendimiento, me encuentro ineludiblemente atraído por la perspectiva del existencialismo, una corriente que pone en primer plano la experiencia individual y la libertad. Al reflexionar sobre la existencia del ser desde esta perspectiva, se revela un panorama de libertad, angustia y la eterna búsqueda de significado.
Desde el momento en que tomamos conciencia de nuestra propia existencia, nos enfrentamos a la pregunta fundamental: ¿por qué existimos? El existencialismo sostiene que no hay una respuesta predeterminada a esta pregunta. En lugar de una esencia inherente que defina quiénes somos, emergemos en un mundo sin propósito dado y es nuestra tarea, a través de nuestras acciones y decisiones, darle forma a nuestra esencia.
Este principio, que la existencia precede a la esencia, me lleva a considerar la magnitud de la libertad humana. Jean-Paul Sartre, uno de los pilares del existencialismo, argumenta que estamos “condenados a ser libres”. Esta libertad absoluta significa que no hay excusas externas para nuestras elecciones; somos completamente responsables de nuestro ser y de las decisiones que tomamos para definirlo. Enfrentar esta libertad puede ser una experiencia vertiginosa. La angustia existencial surge precisamente de la realización de que, en última instancia, somos los arquitectos de nuestras propias vidas.
En mi reflexión, esta libertad no es solo una carga, sino también una oportunidad para vivir de manera auténtica. Al aceptar que no hay un sentido intrínseco a nuestras vidas, se nos abre la posibilidad de crear nuestros propios valores y propósitos. Esta creación de significado personal es, en muchos sentidos, el acto más auténtico de existencia. Sin embargo, la autenticidad requiere valentía, pues implica una confrontación directa con la nada, con el vacío existencial que subyace en nuestra búsqueda de propósito.
Simone de Beauvoir amplía esta discusión al introducir la dimensión ética de la existencia. No vivimos en un vacío; nuestras decisiones y existencia están intrínsecamente ligadas a la de los otros. La autenticidad, entonces, no solo se encuentra en la creación de sentido personal, sino también en el reconocimiento y la promoción de la libertad ajena. En mi vida, esta perspectiva se traduce en una responsabilidad ética hacia los demás, en la comprensión de que mi libertad solo puede realizarse plenamente en un contexto donde también respeto y facilito la libertad de los otros.
La idea del absurdo, central en la obra de Albert Camus, añade otra capa a esta reflexión. El absurdo nace del choque entre nuestra búsqueda incesante de significado y un universo que parece indiferente a nuestras aspiraciones. Esta confrontación puede llevarnos al nihilismo, a la desesperación, pero Camus propone una rebelión contra el absurdo: aceptar la falta de sentido intrínseco y, aún así, vivir plenamente, abrazando la vida con toda su incertidumbre y caos. Para mí, esta rebelión no es un acto de desesperación, sino una afirmación de la capacidad humana para encontrar alegría y propósito incluso en un mundo indiferente.

El grito. Pintura de Edvard Munch
Søren Kierkegaard, considerado uno de los precursores del existencialismo, abordó la existencia desde una perspectiva profundamente personal y religiosa. Para Kierkegaard, la existencia humana no puede ser comprendida plenamente a través de sistemas abstractos o filosóficos tradicionales. En lugar de ello, enfatizó la importancia de la experiencia individual y subjetiva. La famosa distinción que Kierkegaard hace entre la "vida estética", la "vida ética" y la "vida religiosa" refleja su convicción de que el ser humano debe elegir cómo vivir, enfrentando la angustia de la libertad y la responsabilidad.
Kierkegaard introduce el concepto de "angustia" (Angst) como una experiencia central en la vida humana. Esta angustia no es simplemente un temor ante algo concreto, sino una sensación de incertidumbre y ansiedad que surge de la libertad de elección. Al estar conscientes de nuestras posibilidades y de la responsabilidad que conllevan nuestras decisiones, nos enfrentamos a un abismo de incertidumbre. La "angustia" es, en este sentido, una condición existencial que revela la profundidad y seriedad de la existencia.
Por otro lado, Martin Heidegger, otro influyente filósofo existencialista, ofrece una visión diferente pero complementaria de la existencia del ser. En su obra magna, "Ser y Tiempo" (Sein und Zeit), Heidegger explora la pregunta fundamental del ser a través del análisis de la existencia humana (Dasein). Para Heidegger, el ser humano es un ser-en-el-mundo, siempre inmerso en un contexto concreto y relacional. Esta noción de "ser-en-el-mundo" subraya que la existencia no es una mera presencia estática, sino un proceso dinámico de interacción con el mundo.
Heidegger introduce el concepto de "angustia" de manera similar a Kierkegaard, pero con un enfoque ontológico. La angustia, según Heidegger, es una revelación de la nada y de la posibilidad de la no-existencia. En la experiencia de la angustia, el mundo cotidiano se desmorona y el Dasein se enfrenta a la realidad de su propia finitud. Esta confrontación con la nada no es meramente negativa, sino que puede llevar al Dasein a una comprensión más profunda y auténtica de su ser. La autenticidad, en este contexto, implica vivir de acuerdo con la propia comprensión del ser y la aceptación de la finitud y la temporalidad.
Ambos filósofos, a pesar de sus diferencias, coinciden en la importancia de la elección y la autenticidad en la existencia humana. Kierkegaard nos enseña que la vida auténtica requiere un salto de fe, un compromiso apasionado y personal con la propia existencia y con Dios. Heidegger, por su parte, nos invita a enfrentar la realidad de la finitud y a vivir de manera auténtica, asumiendo nuestra responsabilidad en el tiempo y el mundo en el que estamos inmersos.
La existencia del ser, vista a través de las lentes del existencialismo de Kierkegaard y Heidegger, es una llamada a vivir con autenticidad y responsabilidad. Es un reconocimiento de nuestra libertad y la carga que esta conlleva, así como una aceptación valiente de la incertidumbre y la finitud. En última instancia, reflexionar sobre la existencia del ser nos lleva a una mayor comprensión de nosotros mismos y del modo en que elegimos vivir nuestras vidas, buscando significado en un mundo que, por sí mismo, puede parecer desprovisto de él.
En conclusión, al plantearme la existencia del ser desde el existencialismo, encuentro una filosofía que desafía y empodera. Nos llama a enfrentar nuestra libertad y responsabilidad con valentía, a crear significado en un mundo sin propósito dado y a vivir de manera auténtica y ética. La existencia del ser, en este sentido, no es un hecho pasivo, sino un acto continuo de creación y afirmación. Es en este proceso, en esta lucha constante por la autenticidad y el sentido, donde hallamos la verdadera esencia de nuestra humanidad.