Somos profes

Karen Julieth Tovar
Universidad Pedagógica Nacional
Cuando decidí formarme como maestra nunca imaginé que la vida se convertiría en una historia sacada casi de la literatura fantástica; llena de aventuras, mundos fantásticos, personajes inolvidables, música, lágrimas, risas, aprendizajes y reflexiones, pues estos son el pan de cada día para todo aquel que haya elegido luchar por un mundo mejor desde la educación, desde la esperanza, desde el rigor académico y, sobre todo, desde el amor por la libertad, por su profesión, por sus estudiantes y por su país. La misión transformadora del docente se entrelaza con la necesidad casi biológica que tenemos por creer que todo puede mejorar aunque el contexto sea hostil y desanimador; la educación es el camino de los soñadores.
Entender al sujeto docente es algo que puede llegar a ser complejo pero, a su vez, sumamente enriquecedor, pues este no está conformado por una única vertiente. El maestro es el resultado de su experiencia vital, de la lectura, de sus estudiantes, de sus luchas y de sus derrotas, que en algún momento de su vida tomó la decisión de entregarse a una misión, esto partiendo desde prácticas de libertad entre las que se encuentran el cuidado de sí mismo, pues sólo mediante el cuidado de sí mismo el sujeto logra formarse, conocerse y superarse; aquel docente que se ocupe de sí mismo podrá ocuparse de los demás, por lo cual se entiende a dicha libertad como la condición ontológica de la ética y a la ética como la forma reflexiva que la libertad adopta. Reconocer que somos humanos, que sentimos amor, rabia, felicidad y tristeza también hace parte de entender al docente como un ser histórico, social, pensante, transformador y políticamente activo que influye y es influido.
La misión del profesor está localizada en las personas, por lo cual es de vital importancia reiterar que trabajamos con y para las comunidades, reconociendo sus saberes y principios, pues sólo mediante esto se logra la construcción de una visión amplia de la educación y el mundo. Hacemos frente mediante la conexión con la realidad latinoamericana a los discursos hegemónicos, dominantes y eurocéntricos que buscan silenciar la historia de las comunidades históricamente dominadas.
Ser docente es más que aprenderse el libro de texto. Se necesita tener compromiso, actitud crítica, rigor formativo, humildad, tolerancia, amor, solidaridad y esperanza. Necesitamos ser la materialidad de lo que pretendemos enseñar a nuestros estudiantes debido a que es imposible enseñar lo que no se es, por lo cual es un deber ético asumir que somos seres inacabados y condicionados, pero que esto, más que determinaciones, son posibilidades que han de trabajarse mediante el saber escuchar, hablar e interpelar, pues ninguna acción pedagógica puede ser impermeable al cambio y, por ende, ningún docente debería posicionarse de manera negativa ante la transformación, la reflexión, la autocrítica y el diálogo, puesto que al fin y al cabo también aprendemos mientras enseñamos y ponemos en cuestionamiento aquello que consideramos certezas. También, es importante recalcar que el docente tiene el deber de estar en un proceso de formación constante que le permita mejorar progresivamente en su práctica y de este modo posibilitar procesos críticos con sus estudiantes.
Por otra parte, y para finalizar, al hablar de docencia en Latinoamérica es imposible y casi una ofensa, no dedicar algunas palabras de este texto a la importancia de la lucha para el sujeto docente. Luchar es un característica de los maestros, luchamos por la dignidad, luchamos por nuestros estudiantes, luchamos por nuestra profesión, luchamos por nuestras comunidades, luchamos por nuestros principios y luchamos por el derecho a soñar; por esto mismo un docente que no lucha es como un cielo con nubes de piedra, antinatural. La lucha es un deber de la profesión, pues esto finalmente significa que el docente ha sido atravesado por la realidad en la cual desarrolla su ser y profesión. Significa que el docente siente rabia y siente amor, significa que es crítico, significa que es responsable de sus decisiones y, finalmente, significa que reconoce el poder que poseen los docentes cuando se unen por la defensa de la esperanza recordando que los derechos no se mendigan, estos se exigen y, de igual forma, se defienden.



