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Un mal llamado Milei

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Yeferson David Novoa

Fundación Universitaria Los Libertadores

El presidente de Argentina, Javier Milei, ha demostrado que no le importa genuflexionar e hincar la rodilla ante los grandes aristócratas de Estados Unidos con tal de alcanzar sus objetivos. En su búsqueda por privatizar Argentina, se alinea con figuras como Elon Musk, un empresario cuya fortuna se ha construido a expensas de prácticas laborales cuestionables. Musk y su familia, involucrados en la explotación de minas de esmeraldas en Zambia, representan un modelo de riqueza que es abiertamente cuestionable, especialmente cuando la explotación se lleva a cabo mediante el maltrato sistemático de personas. 

 

El peligro que representa Milei para Argentina es innegable. Su promesa de un "nuevo orden" se traduce en una desregulación agresiva que favorecerá a la casta que supuestamente quería eliminar, a costa del bienestar del pueblo. Con una inflación que podría alcanzar niveles nunca vistos, su visión de un país a la deriva se acerca cada vez más. La frase "el fin justifica los medios", atribuida a Maquiavelo, resume su enfoque: no le importa sacrificar la estabilidad económica ni la justicia social con tal de lograr sus fines. El desbarajuste del orden en Argentina es prácticamente evidente. 

 

La privatización desenfrenada de los recursos y servicios esenciales solo beneficiará a un selecto grupo, dejando a la mayoría de los argentinos en una situación de vulnerabilidad extrema. En este contexto, la reciente derogación de la Ley de Tierras, que imponía un límite para que extranjeros compraran tierras en el país, es un claro ejemplo de cómo su gobierno avanza hacia un modelo que prioriza los intereses de inversores foráneos por encima de la soberanía nacional. 

 

La realidad es clara: con Milei, Argentina no solo corre el riesgo de perder su soberanía, sino que podría convertirse en un mero peón en el tablero de intereses de las élites globales. Este peligro se agrava en un país donde las luchas sociales han sido constantes. El desmantelamiento de las protecciones laborales y el debilitamiento de los derechos de los trabajadores amenazan con revertir décadas de progreso social. 

 

Milei, al abrazar políticas que favorecen a los ricos, parece olvidar las lecciones del pasado. La historia reciente de Argentina está marcada por ciclos de crisis que han dejado a millones en la miseria. La apertura indiscriminada de los mercados puede parecer atractiva para algunos, pero ha demostrado ser un camino peligroso que solo ha beneficiado a unos pocos. La advertencia de Galeano, en su obra Las venas abiertas de América Latina, es pertinente: "Es momento de despertar y rechazar la servidumbre ante quienes solo buscan aprovecharse de nuestro suelo". Los argentinos no deben permitir que el futuro de su nación sea decidido por aquellos que solo han ejercido la explotación sistemática de su bandera albiceleste. 

 

La venta de Aerolíneas Argentinas es otro ejemplo que ilustra la tendencia del gobierno de Milei. En medio de paros y protestas de los trabajadores, el gobierno ha iniciado conversaciones con empresas privadas para traspasar estas empresas estatales. El vocero presidencial, Manuel Adorni, ha justificado estas medidas al señalar que son necesarias para "sepultar los piquetes gremiales y los privilegios de la casta aeronáutica". Sin embargo, esta retórica oculta un interés real por seguir vendiendo la patria.

 

Los argentinos deben ser conscientes de que la lucha por su futuro no se limita a un cambio de gobierno, es decir, a la salida de Milei, sino que se trata de un esfuerzo colectivo por mantener la soberanía y construir un país que garantice, al menos, derechos. Argentina debe entender que los momentos de efervescencia y calor apuntalan, sin duda, la búsqueda por reivindicar décadas de lucha y sacrificio en nombre de una democracia que cada vez parece convertirse en una utopía difícil de volver a encontrar.

ISSN: 3028-385X

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