¿Veremos una mujer en el Palacio de Nariño?

Foto: picture-alliance/AA/J.D.M. Gallego

Matilde Jiménez
Universidad de los Andes
Nos situamos en el 2024. Año clave para el Gobierno Nacional, año estratégico para el Congreso, año no electoral. Pero no se dejen engañar, la carrera por el puesto en la Casa de Nariño ya comenzó. Con políticos de todo el espectro alistando sus caballos de batalla para la contienda, la pregunta que surge es: ¿podrá después de 205 años de historia republicana llegar una mujer por fin al cargo más importante del Estado?
No se puede negar que cada vez el espacio de la política está más abierto para las mujeres. En Colombia la Fiscal General de la Nación es mujer, ocho de los diecinueve ministerios están liderados por mujeres y 132 mujeres fueron escogidas como alcaldesas en las pasadas elecciones regionales. Sin embargo, hay grandes dudas de que la fiscal tenga una agenda de género para combatir problemas estructurales como la impunidad en casos de violencia sexual y feminicidios, en el gabinete presidencial cada vez entran más hombres y el porcentaje de alcaldesas en 2023 fue de tan solo 12.01% (Registraduría Nacional, 2023). En conclusión, las puertas están más abiertas, pero ¿lo suficiente para que entre una mujer por la puerta principal a la casa presidencial?
Se puede dar una respuesta facilista como lo hizo la ex alcaldesa y muy probablemente futura precandidata a la presidencia Claudia López, en su cuenta de X. El pasado 6 de abril compartió los resultados de una encuesta sobre favorabilidad y percepción política realizada por Guarumo y EcoAnalítica Medición, en donde los resultados arrojaron que el 72.6% de los encuestados creen que Colombia sí está preparada para tener una mujer como presidente en el año 2026 (Semana, 2024).
Estos datos son una respuesta insuficiente para responder a la pregunta. No solo porque el tamaño muestral es apenas de 1.300 personas en un país con un censo electoral de más de 39 millones (Registraduría Nacional, 2022), sino que también resulta limitada en dar una explicación a por qué no ha podido llegar una mujer a la presidencia. Además, desde que María Eugenia Rojas aspiró en los 70, Noemí Sanín a finales de los 90 y Marta Lucía Ramírez hace unos 10 años, todas las encuestas dicen lo mismo, sin embargo, Colombia sigue esperando.
Con el fin de buscar una respuesta que refleje mejor la complejidad de la pregunta, hay que indagar en las razones por las cuales no hemos tenido una mujer presidenta y si estas de alguna forma se han revertido. Es indudable que la sociedad colombiana ha sido históricamente machista. Siguiendo el legado de una tradición abrahámica, la imagen de mujer perfecta ha sido la madre, la pura, la santa y la abnegada. Nada parecido a nuestro arquetipo de un político y menos de un presidente. Características como autoritario, enfocado, fuerte, líder y productivo han sido los estándares con los cuáles hemos medido a los candidatos presidenciales en Colombia y en otras partes del mundo.
Si se le pregunta a una persona cualquiera, incluyendo a quienes respondieron a la encuesta de percepción política, diría que la sociedad colombiana ha cambiado, que el machismo y la supremacía de un sistema patriarcal son cosa del pasado. A pesar de los innumerables datos que prueban lo contrario, el problema de fondo es más complejo que solo el arraigo a una forma anticuada de hacer las cosas. Tal vez hay algo que no hemos visto.
En su libro The Matter with Things, el psiquiatra y neurocientífico de Johns Hopkins, Iain McGilchrist, explica la teoría del cerebro dividido. Esta teoría propone que los dos hemisferios permiten un sistema de comprensión diferente. Por un lado el hemisferio izquierdo se enfoca en la atención de rango angosto en las tareas mecánicas, repetitivas, lineales y enfocadas al logro de resultados. Por otro lado, el hemisferio derecho se encarga del monitoreo de un gran número de estímulos racionales interiores y exteriores para establecer la relevancia de las cosas y lograr articular la cooperación entre distintos sistemas. Este hemisferio comprende lo implícito y la capacidad de trascendencia para determinar si actuar o no hacerlo, y de qué forma. En otras palabras, el hemisferio izquierdo se encarga de lograr las tareas puntuales y lograr resultados, mientras que el hemisferio derecho se encarga de entender el contexto y dar sentido (McGilchrist, 2021). Ambas funciones son necesarias: sin la primera no comes, y sin la segunda eres el almuerzo.
Ambos hemisferios hacen parte indudable de la composición funcional de un ser humano –tanto hombre como mujer– y son indispensables para la vida. Sin embargo, una investigación publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences que estudió las diferencias de los sexos en la conexión estructural del cerebro humano, concluyó que la conectividad interhemisférica en las mujeres facilita la integración de información desde el hemisferio izquierdo hacia el derecho, donde es procesada. Esto permite un mejor desempeño de las mujeres en trabajos que implican cognición social, mientras que para los hombres un mejor desempeño en trabajos que requieren concentración de espectro angosto y habilidades motoras (Ingalhalikar et al., 2013). Es decir, las mujeres se desempeñan mejor en las tareas asociadas con el hemisferio derecho, mientras que los hombres lo hacen mejor con las del hemisferio izquierdo. No solo en los humanos, puesto que los primates, los mamíferos y casi todas las especies en la cadena evolutiva, hasta una anémona, la primera en desarrollar y heredar a los humanos un sistema nervioso, practican esta especialización entre macho y hembra.
La idea de político se ha asociado a las capacidades del hemisferio izquierdo, relegando la importancia de habilidades como la cooperación, el entendimiento del contexto, el para qué de las cosas y muchas otras. Así las mujeres han tenido dos opciones en cuanto a sus aspiraciones políticas. O dan un paso atrás, o se “performan”. Si se trata de jugar un juego diseñado para los hombres, no importa cuánto una mujer lo intente, siempre llevará las de perder.
El patriarcado no es solo el odio hacia las mujeres, también es la creación de estructuras en donde estas no quepan. La política nacional e internacional ha llegado a un punto en el que más que nunca necesita de un o una líder que no busque seguir jugando las mismas cartas de la autoridad y de la ejecución sin sentido. Se necesitan liderazgos que contemplen la complejidad del panorama social y político para generar equilibrio entre las formas de aplicar la conciencia y de gobernar. Más cohesión, menos coerción.
Contestar a si Colombia está o no lista para tener una presidente mujer es preguntarse si como sociedad estamos listos para cambiar lo que significa ser presidente. Y si nuestras políticas están listas para dejar de masculinizar su actuar. El tiempo lo dirá.
Referencias
McGilchrist, I. (2021). The Matter With Things: Our Brains, Our Delusions, and the Unmaking of the World.
Ingalhalikar, M., Smith, A. T. H., Parker, D., Satterthwaite, T. D., Elliott, M. A., Ruparel, K., Hákonarson, H., Gur, R. E., Gur, R. C., & Verma, R. (2013). Sex differences in the structural connectome of the human brain. Proceedings Of The National Academy Of Sciences Of The United States Of America, 111(2), 823-828. https://doi.org/10.1073/pnas.1316909110
Semana, R. (2024, 7 abril). Sorprendente respuesta de los ciudadanos sobre si Colombia está preparada para tener una mujer presidenta en 2026: Guarumo y EcoAnalítica. Semana.com Últimas Noticias de Colombia y el Mundo. https://www.semana.com/confidenciales/articulo/sorprendente-respuesta-de-los-ciudadanos-sobre-si-colombia-esta-preparada-para-tener-una-mujer-presidenta-en-2026-guarumo-y-ecoanalitica/202453/
Registraduría Nacional. (2022). Registraduría Nacional del Estado Civil. Registraduría Nacional del Estado Civil. https://www.registraduria.gov.co/39-002-239-colombianos-estan-habilitados-para-votar-en-las-elecciones-de.html



