Los intérpretes del presidente
Juan Esteban Ávila
Universidad Libre
No es sino que el presidente Petro salga con sus características alocuciones para presenciar un revuelto de personas tratando de aludir o desaprobar o incluso enfrentar las palabras del mandatario. ¿Algo nuevo en el ejercicio social?... Para nada.
Sin embargo, es interesante advertir cómo dichos sujetos intérpretes se convierten en, pareciera, fieras tratando de atrapar a su presa para llevársela a sus hambrientas crías. Y es cierto, es como si parte de los colombianos fueran esas crías hambrientas que desesperan por recibir tal alimento de información para luego devorarlo sin importar que esté bueno o esté dañado o podrido; inclusive si aparenta ser un “fake food” o estar “sesgado”, como quiera, se terminan alimentando de lo que dicen llamar buena información. Dichos líderes traductores del “petroñol” andan en tal inmersión que, en ocasiones, traspasan la ética de la opinión. Los llamados a difundir sus mensajes se aíslan de la objetividad y el respeto, y mutan en discursos de odio y megadosis de polarización.
Pero no se confunda, compañero lector, probablemente bajo estas premisas pensará que estoy atacando al periodismo colombiano, y no, resulta que no es solo a los periodistas (por supuesto son los más responsables), sino que es una crítica a cada una de las personas que, por medio de sus incendiarias redes, reparte opiniones, con gran “generosidad”, a los demás partícipes que juegan al rol de opinador. Un juego en el que se gana puntos entre más atención consiga, pero, más que todo, gana el que sea más devoto a generar controversias, medidas por la agresividad y el repudio que contenga el buffet de comentarios.
Sin dejar las metáforas atrás, ser conscientes de que las redes sociales son como un campo de batalla en el que se disputa por tener la razón, liderado por aquellos periodistas e influenciadores que, al parecer, tienen título de “opinador sin límites”, es vital para no caer como víctimas, en primera instancia, pero mucho menos como combatiente. Aislarse y observar el panorama desde una perspectiva más general nos puede acercar a una noción de objetividad.
Dejemos esa obsesiva y extremista costumbre de idolatrar o arremeter contra todo lo que diga el presidente o cualquier otro mandatario. Porque es desde esa dinámica que nace parte de la grave división que perjudica nuestro país.




